4/5 estrellas y 8/10 puntos.
Hacía muchísimo tiempo que tenía este libro en la estantería esperando a ser leído, pero nunca me acordaba de él cuando pensaba cuál empezar. Hasta ayer, que me di cuenta que seguía ahí y que necesitaba leerlo urgentemente. Leí la primera parte en junio del año pasado y me daba miedo que tuviese que releerlo porque no me acordaba prácticamente de nada, pero no ha sido necesario en absoluto. Blanco como la nieve puede leerse perfectamente sin saber de qué va el primer libro (siempre y cuando no te importe spoilearte el final de Rojo como la sangre...), de hecho es en esta segunda entrega cuando empezamos a conocer de verdad a Lumikki. Quien, por cierto, sigue siendo tan increíble como siempre.
La pluma de Simukka continúa siendo tan adictiva si no más como en el primer libro. Blanco como la nieve es bastante corto (aunque no se diría por el número de páginas, la fuente es bastante grande y hay mucho espacio libre en cada página). Algo que no noté en Rojo como la sangre y que también me ha encantado ha sido que la autora incluya algunas frases en distintos idiomas (y canciones), aunque esto ya depende del gusto del propio lector.
Lo único que no me ha cuadrado ha sido el final (a ver cómo explico esto). Sí, estaba todo perfectamente hilado y no ha sido decepcionante, y tampoco es demasiado precipitado. Pero he echado en falta algo, aunque no sabría decir exactamente qué. Al igual que el final de Rojo como la sangre este es relativamente cerrado y podría ser un libro autoconclusivo, aunque deja un interrogante final que hace que el lector necesite saber más.
Y por último, como observación personal y que me ha encantado, es que la acción se desarrolla en mi amada Praga. Llevadme allí. Ya.