No tengo nada malo para decir de este libro, lo disfruté un montón. No me daba cuenta de que pasaban las páginas, la lectura es súper amena y me encantó que esté tan argentinizado el vocabulario. La protagonista tiene una voz muy joven, un poco seca como es su personaje y muy honesta. Me encantó el interés y la pasión que le puso a resolver un caso tan viejo, cómo se animaba a investigar en donde tuviera que hacerlo aunque tuviera que enfrentarse a gente mayor que ella o malhumorada.
Las menciones de Beccar me hicieron amarlo más, porque de ahí son mis abuelos. No suelo leer libros situados en Argentina, y pienso cambiarlo, porque disfruto mucho de leer sobre lugares que conozco y que me quedan tan cerca.
La autora es una genia, imita muy bien la voz interior de una adolescente pero se nota que tiene edad y sabe, por las reflexiones que tienen otros personajes y temas que se tratan de costado, como la injusticia y aislamiento social que viven los ancianos.
Los momentos de entre medio de la investigación, en los que los personajes hablaban entre sí de su vida, o en los que la protagonista, Inés, relataba su vida familiar o escolar, también me encantaron. Si bien la historia hace mucho foco en el misterio, se nota muy delineada la personalidad de todos los personajes, cómo crecen sus relaciones, cómo los afecta el caso que van descubriendo.
En cuanto a la historia de 1958, con sus vueltas y finales, me mantuvo todo el libro intrigada y enamorada de cierta forma por la curiosidad, como a Inés.