Nadie puede pedir una vida, ni dos vidas. Lo único que podemos hacer es alimentar la esperanza de una potencia creciente en el corazón de cada ser humano.

Recuerdo una escena de Sense8 en la que Capheus (uno de sus protas) está viendo «Qué bello es vivir». Su madre aparece en escena y le pregunta que por qué le gusta esa película si es tan tonta (quienes hayáis visto la serie entenderéis por qué se lo dice); él le responde: «me hace creer en las personas» . Bueno, pues algo parecido me pasa con Patti Smith.

Es curioso como en un mundo donde estamos tan conectados, la conexión entre personas sea tan superficial; vende más el odio y el prejuicio -lo peor del ser humano-, que las emociones que nos hacen vulnerables, más reales y empáticas. «todos me ven, pero nadie me mira» que canta Amaia.
Por eso, cuando sucede esa mágica alineación de los planetas y conectas, es tan especial; surge un equipo con un lenguaje propio que nos hace formar parte de algo.
Hay pocas personas tan puras que no se avergüencen de mostrar algo tan bonito, Patti Smith es una de ellas.

Quizá esta lectura es una de las más tristes y melancólicas que ha escrito; una especie de duelo personal y social, por ese año del mono que le ha tocado vivir, donde por momentos se mueve entre el mundo real y el onírico. Aún con todo, sigue teniendo el punto esperanzador tan característico en ella.
El mundo interior y exterior se fusionan, abriendo la puerta a una realidad alternativa donde todo es posible: literatura, música, cine, series detectivescas, viajes, amistades, recuerdos..

Creo que Patti Smith pertenece a ese reducido número de personas del que hablaba antes; leerla te hace formar parte ese universo especial en el que te sientes menos sola; leerla siempre es un refugio.

Al fin y al cabo estamos en el año de la Rata, una superviviente tenaz, y mientras proyectamos con cautela el destino del año que vendrá, debemos imbuirnos de las mejores cualidades de la resiliente rata, mantener el entusiasmo para ser productivos, el coraje para enfrentarnos a nuestros adversarios y la voluntad para enderezar las cosas.