Scan barcode
A review by witchard
Las bestias olvidadas de Eld by Patricia A. McKillip
4.0
*Puntuación 3,5*
Como en uno de mis libros favoritos, «Las tumbas de Atuan» de Ursula K. Le Guin, en «Las bestias olvidadas de Eld» el punto de vista se enfoca en el lado marginal de la acción. Es decir, Patricia A. McKillip no narra las batallas, las aventuras de los clásicos héroes (en este caso sería Tam), o las guerras entre los reinos de Eldwold… Nos habla de la hechicera Sybel y lo que sucede en su casa junto a las bestias mágicas que generación tras generación han convocado. Y este cambio de perspectiva es algo digno de alabar, porque se aleja de lo típico y nos permite leer historias que por un motivo u otro siempre se han omitido o relegado a algo anecdótico.
La voz de McKillip invita a ser testigos de cómo una poderosa hechicera, aislada de los núcleos más poblados, debe enfrentarse a algo que le es ajeno y a priori no es de su interés: las personas. Y por consiguiente también a sus propias emociones. Para ello contará con la ayuda de sus míticas bestias: un dragón, un cisne, un halcón, un león, un jabalí y una gata. Sybel siempre acudirá a ellas para encontrar consejo, obtener algo, desplazarse rápidamente o conseguir protección. Aunque he de decir que me hubiera gustado saber más sobre cada uno de los animales, ya que quitando algunos episodios puntuales (del dragón y el halcón sobre todo) casi se limitan a pulular cerca de Sybel y poco más. Sí, se deja claro que son muy poderosos, pero toda esa grandiosidad acaba por diluirse en Pero de todas formas, pese a esta ausencia, la autora consigue crear una atmósfera mágica que te transporta a las heladas montañas de Eld, a esa casa blanca con el fuego verde, a la cabaña de Maelga o hasta el territorio de la casa de Sirle. Y eso, en un libro breve, es de admirar.
He disfrutado con la lectura, sobre todo cuando aparecían las bestias, pero sin embargo han habido ciertas situaciones que me hacían poner los ojos en blanco. Me parece genial que Sybel, empujada por las ansias de venganza, tome decisiones precipitadas y que las cosas no salgan del todo bien. Lo contrario sería muy aburrido. Pero cuando la narración se alejaba más de las bestias para entretenerse con los planes de guerra, lo cierto es que se me hacía un pelín pesada. Y parte de esto se debe al hecho de que nos enteramos de casi todo de forma indirecta. A excepción de cierto episodio en cierta torre, sabemos lo que sucede porque alguien aparece y le explica a Sybel lo que ha ocurrido, y creo que se acaba abusando demasiado de este recurso, más propio de una obra teatral.
En definitiva, «Las bestias olvidadas de Eld» tiene elementos que me han gustado mucho y otros con los que no he conectado a nivel narrativo. De todos modos, es un libro muy disfrutable y para todo tipo de público, no solo los que buscan una fantasía más clásica. Mención especial a Maelga, la bruja que vive cerca de Sybel, sin duda mi personaje favorito. Ojalá un spin-off Maelga y Moriah.
El posfacio de Isabel Clúa es un buen broche, y te deja con ganas de leer más textos ensayísticos sobre una fantasía no tan normativa.
Como en uno de mis libros favoritos, «Las tumbas de Atuan» de Ursula K. Le Guin, en «Las bestias olvidadas de Eld» el punto de vista se enfoca en el lado marginal de la acción. Es decir, Patricia A. McKillip no narra las batallas, las aventuras de los clásicos héroes (en este caso sería Tam), o las guerras entre los reinos de Eldwold… Nos habla de la hechicera Sybel y lo que sucede en su casa junto a las bestias mágicas que generación tras generación han convocado. Y este cambio de perspectiva es algo digno de alabar, porque se aleja de lo típico y nos permite leer historias que por un motivo u otro siempre se han omitido o relegado a algo anecdótico.
La voz de McKillip invita a ser testigos de cómo una poderosa hechicera, aislada de los núcleos más poblados, debe enfrentarse a algo que le es ajeno y a priori no es de su interés: las personas. Y por consiguiente también a sus propias emociones. Para ello contará con la ayuda de sus míticas bestias: un dragón, un cisne, un halcón, un león, un jabalí y una gata. Sybel siempre acudirá a ellas para encontrar consejo, obtener algo, desplazarse rápidamente o conseguir protección. Aunque he de decir que me hubiera gustado saber más sobre cada uno de los animales, ya que quitando algunos episodios puntuales (del dragón y el halcón sobre todo) casi se limitan a pulular cerca de Sybel y poco más. Sí, se deja claro que son muy poderosos, pero toda esa grandiosidad acaba por diluirse en
Spoiler
algo como «los atraéis con vuestra belleza deslumbrante y hacéis que se pierdan por el bosque durante días». Por ejemplo en el caso de mi favorita, Moriah, que aparte de ser como una sombra y hacer algún que otro acto de presencia con sus ojos verdes, es más lo que fue que lo que pudo haber sido.He disfrutado con la lectura, sobre todo cuando aparecían las bestias, pero sin embargo han habido ciertas situaciones que me hacían poner los ojos en blanco.
Spoiler
Como el instalove, no solo el de Coren, sino el de Drede y el de Mithran, que nada más ver a Sybel se quedan prendadísimos; que puedo entender que es algo simbólico, por la fascinación del poder or whatever, pero no me ha convencido. Tampoco el melodrama de algunos encuentros entre Coren y Sybel, que, incluso conociendo las intenciones de Sybel, no deja de ser excesivo.Spoiler
los hermanos de Coren confabulando contra Drede, o Sybel y Coren en modo melodrama intenso,En definitiva, «Las bestias olvidadas de Eld» tiene elementos que me han gustado mucho y otros con los que no he conectado a nivel narrativo. De todos modos, es un libro muy disfrutable y para todo tipo de público, no solo los que buscan una fantasía más clásica. Mención especial a Maelga, la bruja que vive cerca de Sybel, sin duda mi personaje favorito. Ojalá un spin-off Maelga y Moriah.
El posfacio de Isabel Clúa es un buen broche, y te deja con ganas de leer más textos ensayísticos sobre una fantasía no tan normativa.