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A review by ark4na
Lo que no tiene nombre by Piedad Bonnett
5.0
Tendré que hacer esta reseña sobre cómo me siento al terminar este libro, a corazón abierto.
Calificación: 5.0/5.0
Soy, como todo aquel que me conozca sabe, amante de creer y vivir, artista cada que puedo y estudiante devota de todo el arte. Hija de una madre bipolar con tendencia a alucinar y yo misma una recurrente amiga de la depresión, este libro recomendado por una gran amiga me dejó un sabor de boca indescriptible. Jamás pensé en leer tan de cerca cómo una mujer pragmática encerrada en su dolor procesándolo a su manera escribir esto, cómo el amor que sentía Piedad pasa por las páginas y llega a mí, cómo la desesperación que relatan de Daniel la siento en los huesos y la ineptitud de sus doctores me da más rabia cada segundo.
"... que es mejor la muerte a una vida indigna atravesada por el terror de saber que el yo, que es todo lo que somos, está habitado por otro."
Piedad despide a su hijo de la forma más bella: con arte. Nos plasma lo que siente y, más importante, todas las cosas que fue Daniel más allá de su enfermedad. Nos habla de su obra, de sus amores, de cómo su familia lo amaba y cómo él amaba y luchaba hasta que no pudo más. Nos plantea el suicidio como un acto valiente de desesperación por la libertad y por la paz. Nos deja ver la verdad y nos cuenta sin escrúpulos lo triste y lo feliz. Daniel descansó cuando se fue, pero nos celebra su vida y nos recalca más que nunca lo excepcional de algunas personas cuya mente y cuerpo no están hechos para este mundo.
Amé este libro, me puse a llorar, pensé en mi mamá, en mí, en mis crisis, en mi mejor amiga y en todo. Jamás agradeceré y premiaré la fuerza y valentía de esta mujer por escribir esto lo suficiente. Gracias y si quieren darle un poco más de contexto y vida a esta historia, visiten el blog que creó Piedad y su hija con obras de Daniel, son realmente bellas.
Con amor, Ana
Ahora, pues, he tratado de darle a tu vida, a tu muerte y a mi pena un sentido. Otros levantan monumentos, graban lápidas. Yo he vuelto a parirte, con el mismo dolor, para que vivas un poco más, para que no desaparezcas de la memoria. Y lo he hecho con palabras, porque ellas, que son móviles, que hablan siempre de manera distinta, no petrifican, no hacen las veces de tumba. Son la poca sangre que puedo darte, que puedo darme.
Calificación: 5.0/5.0
Soy, como todo aquel que me conozca sabe, amante de creer y vivir, artista cada que puedo y estudiante devota de todo el arte. Hija de una madre bipolar con tendencia a alucinar y yo misma una recurrente amiga de la depresión, este libro recomendado por una gran amiga me dejó un sabor de boca indescriptible. Jamás pensé en leer tan de cerca cómo una mujer pragmática encerrada en su dolor procesándolo a su manera escribir esto, cómo el amor que sentía Piedad pasa por las páginas y llega a mí, cómo la desesperación que relatan de Daniel la siento en los huesos y la ineptitud de sus doctores me da más rabia cada segundo.
"... que es mejor la muerte a una vida indigna atravesada por el terror de saber que el yo, que es todo lo que somos, está habitado por otro."
Piedad despide a su hijo de la forma más bella: con arte. Nos plasma lo que siente y, más importante, todas las cosas que fue Daniel más allá de su enfermedad. Nos habla de su obra, de sus amores, de cómo su familia lo amaba y cómo él amaba y luchaba hasta que no pudo más. Nos plantea el suicidio como un acto valiente de desesperación por la libertad y por la paz. Nos deja ver la verdad y nos cuenta sin escrúpulos lo triste y lo feliz. Daniel descansó cuando se fue, pero nos celebra su vida y nos recalca más que nunca lo excepcional de algunas personas cuya mente y cuerpo no están hechos para este mundo.
Amé este libro, me puse a llorar, pensé en mi mamá, en mí, en mis crisis, en mi mejor amiga y en todo. Jamás agradeceré y premiaré la fuerza y valentía de esta mujer por escribir esto lo suficiente. Gracias y si quieren darle un poco más de contexto y vida a esta historia, visiten el blog que creó Piedad y su hija con obras de Daniel, son realmente bellas.
Con amor, Ana
Ahora, pues, he tratado de darle a tu vida, a tu muerte y a mi pena un sentido. Otros levantan monumentos, graban lápidas. Yo he vuelto a parirte, con el mismo dolor, para que vivas un poco más, para que no desaparezcas de la memoria. Y lo he hecho con palabras, porque ellas, que son móviles, que hablan siempre de manera distinta, no petrifican, no hacen las veces de tumba. Son la poca sangre que puedo darte, que puedo darme.