Pues nada, parece ser que la última entrega de A ojos de nadie se ha hecho esperar un poco, pero, al menos, ha acabado con un bang. Amigas, soy consciente de que he sido un poco hater de esta saga (los dos libros anteriores me parecieron guays, pero con defectitos) y, aunque sí que he detectado esos mismos «errores» en esta entrega (pluma algo forzada a veces, personajes un poco clichés y una trama ligeramente predecible), es el libro que más he disfrutado y en el que Paola más ha brillado. Su forma de escribir ha evolucionado un montón desde el primer libro, me ha mantenido completamente enganchada y me ha recordado un montón a las grandes novelas del género. Aunque no he conseguido empatizar del todo con los personajes (puede que se deba a que ha pasado mucho tiempo desde que leí las entregas anteriores), sí que me han producido ternura y me he preocupado por ellos, deseando que todo vaya bien y sean felices. Desde luego, Londres brilla mucho en esta novela, es casi un personaje más, y eso también ha sido un punto a su favor. Y, oye, también me quito el sombrero ante Paola porque, en esta ocasión, siento que el misterio ha estado muy bien llevado, con una trama muy enrevesada que mezcla diferentes puntos de vista y que, aunque luego vi venir los tiros, creo que tuvo un desenlace muy bueno y satisfactorio. En fin, que esta novela me ha encantado y que me ha dado muchas ganas de leer el otro libro que tiene la autora publicado fuera de esta trilogía. Me voy con un buen sabor de boca y contenta de haberle dado una oportunidad 🥰.