En El Tercer Reich, Udo Berger y su novia Ingebord se van de vacaciones a la costa española, a un hotel al que Udo frecuentaba de niño. El titulo de la novela se debe a un juego de estrategia del que Udo es campeón en Alemania y que lleva durante sus vacaciones para planificar nuevas tácticas y escribir un artículo que va a cambiar para siempre la forma de jugarlo. Pero en el medio, las cosas se salen de control, y el juego, como si tuviera vida propia, crece hasta conquistarlo todo.

Esta novela se cuece a fuego lento, y su comienzo es un poco estático, sin demasiadas emociones. Udo es un personaje sumamente estructurado y puritano, avocado a sus juegos, sus planificaciones y tropas. Mientras el mundo a su alrededor se mueve y vibra en otra sintonía, Udo se encierra en su habitación para mover fichas y analizar batallas. Pero la llegada de un misterioso contrincante, hace que el juego se traslade del tablero al mundo real, y Udo comience a perder el timón de su propia vida, envuelto en sus propias obsesiones y manías, que resquebrajan los cimientos sobre los que había construido el imperio de su realidad.

Aunque arranca a pasos de bebé, El Tercer Reich va ganando impulso y el mundo que rodea a Udo Berger comienza a tornarse hostil, peligroso, la inocencia se muere en cada página y las máscaras de los personajes se van derritiendo, revelando una naturaleza visceral y peligrosa. Tan peligrosa, que una ficha mal ubicada, un mal movimiento sobre el mapa táctico, puede significar la vida y la muerte. Y nada tiene menos gracia que morirse en vacaciones.