Siento que si no estás en el mood de leer una sola temática hasta sus más remotos alcances, puede ser cansado. Estas crónicas muestran nítidamente a Mariana Enríquez en las características que al menos yo mas aprecio de ella como autora, retorcida, oscura en momentos, divertida, romántica y aterradora al mismo tiempo. Entretenida en suma. Obsesiva pero crítica.
No se deja llevar en ningún momento por los mitos y las fantasías fáciles de este tipo de lugares lúgubres por naturaleza y los explora con una curiosidad casi infantil y siniestra pero que siempre nos permite como lectores ver más allá, pensar más acá sobre las comunidades en donde ocurre la vida y la muerte.
Después de leer varias crónicas, bien adentrada en el libro, me pregunté por las razones de su obsesión con las tumbas y con los ritos mortuorios y en la penúltima entendí, esta posibilidad de estabilidad que da saber qué le pasa al cuerpo después de que nos abandona la vida. Saber en dónde está. El destino del pensamiento y las emociones de quienes nos aman.