Siento que aprecié este libro hasta cierto punto, pero que no logré conectar a nivel emocional ni entenderlo a profundidad. Lo que sí entendí es que explora la comunicación y la capacidad que tenemos de comunicarnos de muchísimas maneras, no solo a través de la palabra hablada o escrita, sino también a través de nuestros cuerpos y nuestra presencia. Ese aspecto me gustó muchísimo. 

Ahora, cuando vamos a los personajes y las tramas de sus vidas, debo admitir que uno me pareció más interesante que el otro. Pero, en general, no conecté con ninguno de los dos y tampoco sentí ninguna conexión entre ellos aunque el libro me plantea que la hay. 

Dejando eso de lado, que es pedir mucho porque la historia se enfoca en los personajes, me parece un libro muy bien escrito que te invita a pensar sobre muchas cosas. Una de las cosas que más aprecié fue la perspectiva del personaje masculino. Sentí mucha empatía hacia él y pude ponerme en sus zapatos. La manera en la que la autora presenta la pérdida de la visión y cómo la vive este hombre me dejó una impresión muy grande. Esto y la exploración de la comunicación es lo que más me queda de este libro y, aunque me hubiese gustado haber sacado más, quedo conforme.