La historia sigue a una mujer de 24 años [no se menciona el nombre] que trabaja en un pequeño hotel en el Sur de Corea, en Sokcho. Leemos acerca del vínculo que tiene con su mamá, su novio y algunos huéspedes y empleadxs, la historia poco a poco se va centrando en la conexión que hace con un huésped francés que está en búsqueda de inspiración para su próxima novela gráfica.

En realidad el plot es lo de menos, no pasa mucho y para mucha gente esto puede llegar a ser aburrido o lento pero sí eres como yo y te gustan las novelas de ficción literaria, lo puedes disfrutar bastante. Hay un poco de política, arte, crítica, comida y amor [o falta de él], todo con tintes de melancolía y soledad.

Yo no puedo explicar muy bien cómo es que me gustó tanto, es de esos libros que me fueron enamorando lentamente y me invitaron a leer más allá de las líneas. Su escritura me recordó la magia de Rachel Cusk al hilar todo con sutileza y sin pretensión.

La brillantez de este relato corto también está en descubrir los significados detrás de lo que aparenta no ser tan importante, hay un profundidad en cada página esperando a ser develada y por lo mismo al terminarlo, lo único que quería era releerlo.
Para mí esto fue literary fiction at its best pero sí creo que no es un libro que recomendaría a muchas personas.

En pocas palabras, me encantó la sensación que me dejó, la construcción de personajes, su ambientación, su oscuridad y su sutileza.