Emparentada directamente con la leyenda Artúrica, (Excalibur, que dirigió John Boorman en 1981, es difícilmente concebible sin este texto) la historia de Tristán e Isolda es uno de esos mitos cuya influencia es tan apabullante en el tejido cultural de occidente, que su lectura no produce menos que fascinación y sorpresa; fascinación por la elaborada imaginería empleada, sorpresa por la intensidad y crudeza del relato. Piedra angular de esa literatura que trata la exaltación del amor romántico y sus diatribas morales.