A review by yanina_daniele
Hiroshima by John Hersey

4.0

Como Ayer se cumplieron 70 años del lanzamiento de la bomba atómica, es que me decidí a leer un libro sobre este tema.
Mi profesora de historia siempre decía, que las crónicas de las batallas y las guerras siempre eran escritas desde el lado del vencedor, que solo había una versión de los hechos ocurridos. En este caso, si bien quien escribe el libro, es un enviado de una revista norteamericana y de nacionalidad también norteamericana pone de manifiesto sin censura todo lo ocurrido con el lanzamiento de la bomba de Hiroshima. Sin entrar en un debate filosófico y ético de si estuvo correcto o no, usar semejante arma de destrucción masiva, el autor narra la historia de seis supervivientes. Durante el libro se narra la historia de cada uno, los momentos en que se encuentran, los horribles sucesos que les toco vivir y como a través de los años esto les fue afectando de distintas maneras. Hay hechos que al leerlos te produce escalofríos y te dan una idea de la magnitud del sufrimiento y la destrucción de la que fueron objeto los ciudadanos de Hiroshima.
Frases como las que pongo a continuación, te ponen la piel de gallina y te da una impotencia saber que un ser humano fue capaz de realizar semejante acto contra otro ser humano es realmente triste y vergonzoso como especie humana. Sabiendo de que era capaz un arma de este tipo haberla usado contra personas inocentes, porque por más que fuera una guerra, la población civil no tiene la culpa de las decisiones ni ambiciones de los gobiernos, aunque muchas veces lo apoyen y peor aún es saber que se hizo con completo conocimiento de que usarla era innecesario para derrotar a Japón.

Spoiler
Sus caras completamente quemadas, las cuencas de sus ojos huecas, y el fluido de los ojos derretidos resbalando por las mejillas
Cuanto dolor y sufrimiento han padecido estas personas, una muerte tan lenta y dolorosa y aquellos que se salvaron al parecer solo con heridas leves les toco sufrir luego el envenenamiento por radiación otra muerte lente y dolorosa.

De ciento cincuenta doctores en la ciudad, setenta y cinco fallecieron, y los demás resultaron heridos. De 1780 enfermeras, 1654 murieron o estaban demasiado graves para trabajar
En esta cifra escalofriante se revela que aquellos que sobrevivieron a la bomba, no tenían recursos para ser atendidos medicamente y que seguro que esto ocasiono enorme sufrimiento a los que quedaban con vida y no había quien los tratara durante días.

La calle estaba atestada con restos de casas, con cables y postes de teléfono caídos. Cada dos o tres casas les llegaba las voces de gente enterrada y abandonada que invariablmente gritaba, con cortesía formal: "Tasukete Kure" ¡Auxilio, si son tan amables". Los sacerdotes recorrieron varias ruinas: eran hogares de amigos pero, debido al fuego, era ya demasiado tarde para ayudar.
La cantidad de gente que murió en los incendios atrapadas en sus propias casas sin poder salir, no imagino peor manera de morir que quemados vivos.

Sobre algunos cuerpos desnudos, las quemaduras habían trazado dibujos que parecían prendas de vestir, y sobre la piel de algunas mujeres -puesto que el blanco reflejaba el calor de la bomba y el negro lo absorbía y lo conducía a la piel- se veía las formas de las flores de sus kimonos.
Es horrible pensar el calor y el dolor que tuvieron que soportar todas estas personas a raíz de la bomba.

La señorita Kayoko Nobutoki, estudiante de una escuela para chicas, Hiroshima Jazabuin, y además hija de un miembro de mi iglesia, estaba descansando con sus amigas junto a la pesada cancela del templo budista. Cuando cayó la bomba atómica, la cancela cayó sobre ellas. No podían moverse ni un poco bajo esa cancela tan pesada y entonces entró el humo incluso por las grietas y ahogaba su respiración. Una de las chicas comenzó a cantar Kimi ga yo, himno nacional, y otras le hicieron coro y murieron. Mientras tanto una de ellas encontró una grieta y se esforzó por salir. Cuando la llevaron al hospital de la Cruz Roja contó cómo habían muerto sus compañeras, rastreando con su memoria el canto en coro del himno nacional. Tenían sólo 13 años.
De todo lo que leí en el libro quizás esto fue lo que más me impacto, porque eran solo niñas pequeñas atrapadas en medio de una guerra que no tenían porque vivir, y morir de esta forma tan cruel... ojalá que el ser humano aprenda de sus errores y terminé la carnicería de matarse unos a otros.