Leeremos/Leímos este para el club de Morras.

No puedo decir que me gustó el final, ni que me gustaron los personajes, pero me pareció una crítica atinada al rol que se debía cumplir como mujer durante la Revolución, con pizcas del mismo rol en los 80s-90s (año en que fue escrito) [esto lo podemos ver en Rosaura, Mamá Elena, y los hombres] y cómo fue de difícil abrazar una modernidad desbocada, removiendo todo desde los cimientos y estructurando otro tipo de rol [este es el papel de Tita y un poco el de Gertrudis] (roles de los cuales todavía somos invitadas y esperadas, mind you).

Tiene varios temas que me va a gustar mucho platicar con el grupo. No puedo esperar a ver qué sintieron, qué pensaron, porque yo sentí varias cosas al leerlo que fueron desde el enojo hasta la frustración. Literariamente la historia no se sostiene por sí misma, y no por el realismo mágico (bien escrito es buenísimo, es de las primeras cosas que leí de morra y me encanta/ba; no sé si es el caso de esta novela, pero lo pongo sobre la mesa para que se tome en cuenta); los deseos de los personajes, desde mi punto de vista, jamás evolucionan. Crecen y crecen (de la adolescencia a una edad más allá de los 40s), y siguen igual de aferrados a lo que deseaban de jóvenes. No hay un desarrollo de pensamiento, es pura víscera— lo cual no está mal (si eso se trataba de retratar/describir/escribir), pero a mí me aburrió.

Como buena chismosa, me gustó. Como lectora, me dejó cositas qué desear.