«He sido alguien familiarizado con la noche, he salido a caminar bajo la lluvia, y bajo ella he regresado». Robert Frost.

Hace unos días escuchaba un podcast en el que la entrevistada, contaba una anécdota: de pequeña, pensaba que al cerrar el libro, los personajes de la historia seguían su vida cotidiana como las personas. De vez en cuando, se acercaba sigilosa, escogía una página al azar e intentaba pillarlos por sorpresa para ver qué hacían. De pequeña, me pasaba exactamente lo mismo y con las historias de Marilynne Robinson he vuelto a recuperar esa misma sensación.

Ahora vamos con las confesiones: llevo enamorada de Jack desde que lo conocí, allá por 2017, en el segundo libro ('Home' ) de la serie Gilead. Os podéis imaginar la emoción de ver que Marilynne Robinson dedicaba un libro a su historia, ¡Ay, el corazón!

No sé qué me pasa con esta autora que leerla, me da paz; su sensibilidad y ternura traspasa las páginas. Lo envuelve todo en un halo de nostalgia y melancolía que me gana como pocas. Sus personajes son tan reales, honestos e imperfectos que cobran vida propia, me resulta imposible no empatizar con ellos. Por no hablar de que esta mujer es la reina en el arte de conversar. Precisamente las conversaciones entre los personajes, son los momentos que más disfruto.

Además de seguir prendada de Jack, (no me escondo) en esta ocasión, también me ha conquistado Della ; su fortaleza, la seguridad en sí misma, en lo que cree y en lo que siente por encima de leyes injustas, prejuicios y tradiciones rancias. Esa Lealtad (con mayúsculas) que ambos se tienen -hacen un tándem muy bonito- es de lo más emocionante y conmovedor de esta lectura y, -aquí va otra confesión-, me ha dejado con el corazón blandito y alguna que otra lagrimilla furtiva.

Sin duda alguna, este libro es un regalazo para aquellas personas que disfrutamos de la serie inicial; ojalá siga con el ciclo y el próximo se lo dedique a Glory, bien sabemos que esa mujer merece su propia historia.
Para terminar, aquí va la última confesión: Jack Boughton es y seguirá siendo uno de los personajes literarios más maravillosos que he leído en mucho tiempo.

«Y ese fue, con diferencia, su mayor hurto, ese astuto robo de felicidad arrancándosela a las garras mismas de lo prohibido».