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A review by vickyoyarzun
Agnes Grey by Anne Brontë
emotional
hopeful
inspiring
medium-paced
- Plot- or character-driven? Character
- Strong character development? Yes
- Loveable characters? Yes
- Flaws of characters a main focus? It's complicated
5.0
Siento que esta fue una lectura que me llegó al corazón y no he visto muchas reseñas en español, así que voy a hacer un esfuerzo para esclarecer de qué va y por qué me gustó tanto.
Desde el principio, sentí una enorme empatía por Agnes, una joven de 18 años que decide trabajar como institutriz para ayudar a su familia, la cual atraviesa dificultades económicas. Lo que empieza como un intento de independencia pronto se convierte en una serie de desafíos: soledad, desprecio y un trabajo en el que su autoridad es constantemente ignorada.
Bronte, probablemente por su propia experiencia como institutriz, es capaz de construir de una manera muy clara los obstáculos de esta profesión. Para estas familias adineradas son prácticamente invisibles, alguien sin voz ni derechos, atrapada en una posición que no es ni parte del servicio ni parte de la familia. Es frustrante ver cómo los niños a los que debe educar son malcriados y crueles, y cómo sus padres simplemente la ven como un objeto más en la casa. En más de un momento sentí rabia por ella, porque realmente no puede defenderse, además intenta genuinamente cuidar a los jóvenes que tanto abusan de ella…
Otro punto que fue eje en la narrativa fue la mirada crítica a la religión. La autora, muestra dos figuras eclesiásticas muy distintas: por un lado, el señor Hatfield, un clérigo vanidoso que solo busca impresionar a la alta sociedad; por otro, el señor Weston, un hombre de verdad íntegro, que dedica su vida a ayudar a los más necesitados. Este contraste es clave en la historia, porque refuerza el tema central de la novela: la lucha entre la apariencia y la autenticidad, entre lo que se espera de uno y lo que uno realmente es.
En medio de toda la dureza de la vida de Agnes, su relación con Weston es un pequeño rayo de luz. No es un romance apasionado ni exagerado, pero eso es precisamente lo que lo hace tan bonito. Sus encuentros son breves, pero llenos de significado. Weston no es un héroe que viene a "rescatar" a Agnes, sino alguien que la entiende y la respeta, lo cual es un respiro en un mundo que parece empeñado en menospreciarla. Admito que estas escenas fueron mis favoritas, porque después de tantas dificultades, ver a Agnes encontrar un poco de felicidad me hacía seguir leyendo con más ganas.
A través de una narración honesta y sin adornos (porque eso es sincera, transparente…), Anne nos muestra la realidad de muchas mujeres de su tiempo, y aunque la novela fue escrita en el siglo XIX, muchos de sus temas siguen vigentes hoy.
Desde el principio, sentí una enorme empatía por Agnes, una joven de 18 años que decide trabajar como institutriz para ayudar a su familia, la cual atraviesa dificultades económicas. Lo que empieza como un intento de independencia pronto se convierte en una serie de desafíos: soledad, desprecio y un trabajo en el que su autoridad es constantemente ignorada.
Bronte, probablemente por su propia experiencia como institutriz, es capaz de construir de una manera muy clara los obstáculos de esta profesión. Para estas familias adineradas son prácticamente invisibles, alguien sin voz ni derechos, atrapada en una posición que no es ni parte del servicio ni parte de la familia. Es frustrante ver cómo los niños a los que debe educar son malcriados y crueles, y cómo sus padres simplemente la ven como un objeto más en la casa. En más de un momento sentí rabia por ella, porque realmente no puede defenderse, además intenta genuinamente cuidar a los jóvenes que tanto abusan de ella…
Otro punto que fue eje en la narrativa fue la mirada crítica a la religión. La autora, muestra dos figuras eclesiásticas muy distintas: por un lado, el señor Hatfield, un clérigo vanidoso que solo busca impresionar a la alta sociedad; por otro, el señor Weston, un hombre de verdad íntegro, que dedica su vida a ayudar a los más necesitados. Este contraste es clave en la historia, porque refuerza el tema central de la novela: la lucha entre la apariencia y la autenticidad, entre lo que se espera de uno y lo que uno realmente es.
En medio de toda la dureza de la vida de Agnes, su relación con Weston es un pequeño rayo de luz. No es un romance apasionado ni exagerado, pero eso es precisamente lo que lo hace tan bonito. Sus encuentros son breves, pero llenos de significado. Weston no es un héroe que viene a "rescatar" a Agnes, sino alguien que la entiende y la respeta, lo cual es un respiro en un mundo que parece empeñado en menospreciarla. Admito que estas escenas fueron mis favoritas, porque después de tantas dificultades, ver a Agnes encontrar un poco de felicidad me hacía seguir leyendo con más ganas.
A través de una narración honesta y sin adornos (porque eso es sincera, transparente…), Anne nos muestra la realidad de muchas mujeres de su tiempo, y aunque la novela fue escrita en el siglo XIX, muchos de sus temas siguen vigentes hoy.