No sabía muy bien qué esperar de este libro y, la verdad, es que salgo gratamente sorprendida. Con esta pequeña novela, protagonizada por Takako y su tío Satoru, se nos enseña el valor de bajar el ritmo, de tomarnos un pequeño descanso y disfrutar de los pequeños placeres de la vida, y, por supuesto, de los libros y la lectura. Puede que el ritmo de la novela sea muy rápido para mi gusto y que, a pesar de estar muy bien traducida, siga teniendo unos fallos considerables de edición, pero no quita que haya sido una lectura maravillosa y que me ha dejado con el corazoncito calentito. No suelo leer mucha literatura asiática, pero siento que este libro ha sido un gran acercamiento; me ha dado ganas de conocer los autores que se mencionan en la novela y conocer un poquito esta cultura de la que tan desconectada me siento. No sé, creo que este libro ha venido en un muy buen momento. Ahora solo me falta leerme la segunda parte, que ya me han entrado ganas jejeje.