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A review by llevamoselfuego
Las sirenas de Titán by Kurt Vonnegut
5.0
Es fácil ser cínico considerando que vivimos en una bola de barro que orbita alrededor de una bola de fuego y que el universo es una estructura ordenada de caos y dolor. Es fácil ser, digamos: Mark Millar. Pero es difícil ser cínico y humano, y mucho más difícil es ser todo eso y además ser mágico y amable. Y Kurt Vonnegut es tal vez el cínico más simpático del mundo.
Winston Niles Rumfoord es un multimillonario que luego de meterse dentro de un fenómeno espacial conocido como Infundibulus Crono-Sinclástico, se convierte en un ser interdimensional, dividido en tiempo y espacio, y omnisciente. Malachi Constant es el millonario más poderoso de Estados Unidos, un hombre que atribuye el éxito en su vida a una cuestión de suerte. Ambos van a ser parte de una historia que llevará a Malachi en un viaje a través del espacio y que servirá de puntapié para una crítica de Vonnegut al mesianismo, a las guerras inútiles, a la construcción de poder en la tierra, al heroísmo inútil y al completo caldo caótico en el que se forja nuestra especie.
En la obra con mayores tintes scifi que leí de él, Vonnegut nunca deja de ser Vonnegut, con creaciones magníficas cómo “La Iglesia de Dios, el Completamente Indiferente” cuyos fieles se autoboicotean para poder encontrar el balance en el que todos sean iguales, o la sociedad marciana que emprende la cruzada más estúpida y autodestructiva en la tierra, o la vida de los Harmoniums de Mercurio, criaturas que se alimentan de la melodía natural del planeta o el mismo Winston Niles Rumfoord que en ciertas cosas me da a pensar que hay mucho de esta novela en el Watchmen de Alan Moore, especialmente por los personajes de Dr. Manhattan y Ozymandias.
Pero como dije antes, cínico y brutal en su honestidad y su punto de vista, Vonnegut es un escritor de incomparable belleza, al punto que me arrancó un par de lágrimas en el viaje de Malachi Constant a través del sistema solar. Cómo en “Cuna de Gato” o “Payasadas”, lo absurdo y lo surreal, nunca dejan de lado lo humano, los grotescos errores que nos hacen criaturas tan únicas y toda la magia con la que Vonnegut describe a nuestra especie, que tanto ama y odia.
Winston Niles Rumfoord es un multimillonario que luego de meterse dentro de un fenómeno espacial conocido como Infundibulus Crono-Sinclástico, se convierte en un ser interdimensional, dividido en tiempo y espacio, y omnisciente. Malachi Constant es el millonario más poderoso de Estados Unidos, un hombre que atribuye el éxito en su vida a una cuestión de suerte. Ambos van a ser parte de una historia que llevará a Malachi en un viaje a través del espacio y que servirá de puntapié para una crítica de Vonnegut al mesianismo, a las guerras inútiles, a la construcción de poder en la tierra, al heroísmo inútil y al completo caldo caótico en el que se forja nuestra especie.
En la obra con mayores tintes scifi que leí de él, Vonnegut nunca deja de ser Vonnegut, con creaciones magníficas cómo “La Iglesia de Dios, el Completamente Indiferente” cuyos fieles se autoboicotean para poder encontrar el balance en el que todos sean iguales, o la sociedad marciana que emprende la cruzada más estúpida y autodestructiva en la tierra, o la vida de los Harmoniums de Mercurio, criaturas que se alimentan de la melodía natural del planeta o el mismo Winston Niles Rumfoord que en ciertas cosas me da a pensar que hay mucho de esta novela en el Watchmen de Alan Moore, especialmente por los personajes de Dr. Manhattan y Ozymandias.
Pero como dije antes, cínico y brutal en su honestidad y su punto de vista, Vonnegut es un escritor de incomparable belleza, al punto que me arrancó un par de lágrimas en el viaje de Malachi Constant a través del sistema solar. Cómo en “Cuna de Gato” o “Payasadas”, lo absurdo y lo surreal, nunca dejan de lado lo humano, los grotescos errores que nos hacen criaturas tan únicas y toda la magia con la que Vonnegut describe a nuestra especie, que tanto ama y odia.