Si no recuerdo mal, mi principal problema con Los secretos de Heap House, el primer libro de la Trilogía IREMONGER, fue el ritmo narrativo: le costó mucho arrancar. Esta segunda parte no tiene ese problema en absoluto, pues es trepidante desde el principio y en apenas tres días me lo he leído enterito.

Hay algo perturbador pero muy interesante en la manera en que Edward Carey no termina de explicar qué es «la enfermedad» y cómo funciona, porque vas descubriéndolo poco a poco, porque no sabes bien en qué momento Clod y Lucy, nuestros narradores principales, u otros personajes cualesquiera podrían volver a sucumbir a ella. 

Mira que cuando leí el primer libro no las tenía todas conmigo de leer el segundo cuando se publicara en español (y ni siquiera estuve muy pendiente de cuándo sería eso: estaba cotilleando la app eBiblio, sin saber qué leer a continuación, cuando me lo he encontrado disponible para préstamo un poco de casualidad), pero ahora sé sin ninguna duda que el tercero lo esperaré con algo de avidez.