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A review by eibi
Tierra salvaje by José Luis Piquero, Robert Olmstead


...Elizabeth Coughlin, como todos los seres humanos, ella quiere autonomía, independencia, libre decisión y libertad, pero como mujer del siglo XIX no se le otorgan esos derechos. Así que, cuando ocurre la tragedia, ella se da cuenta de que tiene que actuar. Debe viajar más allá de los estrictos límites de su educación. Debe abandonar el mundo que conoce y penetrar en lo desconocido, es su historia la que despertó mi imaginación, la que me llevó a la mesa de escribir...

No puedo estar más contenta con esta nueva lectura que acabo de añadir a mi lista de favoritas. Creo que las palabras del propio autor hablan por sí mismas. Un libro que retrata una historia dura pero llena de reivindicaciones, que muestra una época en la que o te enfrentabas a las adversidades con determinación o no sobrevivías. Una de esas historias de frontera americana que tanto me gusta alejada de cualquier estereotipo rancio tan manido que hemos visto, sobre todo, en cine. Elizabeth y Michael se han ganado un rinconcito en mi corazón lector pero el autor de esta historia, Robert, ya pasa a ser de esos especiales de los que me gustaría leer absolutamente todo.

Siendo el animal supuestamente superior que somos, los humanos no hemos hecho muy buen trabajo con el mundo que nos han dado. Aún tenemos que dejar de coger, inutilizar, matar, mercantilizar, abusar, usar, gastar ...Tras dominar a todo lo que camina sobre la tierra y crece en su suelo y nada en su agua, volvimos la mirada a lo que reside dentro de la tierra: petróleo, gas y carbón. ¿Lo sacaremos hasta que se agote? ¿Y qué ocurrirá con nuestros hijos y sus hijos y los hijos de sus hijos?¿ Qué responderán cuando se les pregunte si las opciones que escogimos, como civilización, fueron humanitarias o depredadoras?

Si aún tenéis dudas, os dejo un bonus track que escribe el autor en "Lo que dejó la tierra" : En palabras de la Declaración de Sentimientos redactada en 1848 en la Convención de Derechos de la Mujer de Seneca Falls, Nueva York, estaba "civilmente muerta". No tenía derechos de propiedad, ni siquiera respecto al salario que ganaba. Estaba obligada a la obediencia. La teología, las leyes, la educación, la política, todo eso estaba cerrado para ella. Pensad en esto: como las mujeres no poseían nada, sus vestidos no necesitaban bolsillos. Y una vez que hayáis pensado en ello, volved a pensarlo una vez más.